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El significado de los Arcanos

El significado de los Arcanos

Nada tiene un significado fijo, y los Arcanos del Tarot, cartoncitos pintados usados aleatoriamente, menos que nada. Existen mucho mejor como disolventes que como constructores.

Los arcanos del Tarot transportan y transmutan el significado a lo largo de sus relaciones en una lectura. Una lectura se parece a una jugada de fútbol surrealista donde el balón, en cada pase, se convierte en algo inesperado; en lo contrario, como en un listín telefónico; o en algo complementario como en un zapato; o en algo incomprensible y abstracto, como en la certeza de estar siendo uno mismo jugado por fuerzas incomprensibles a patadas. Y frecuentemente en todas esas cosas a la vez y en todas las demás cosas, posibles e imposibles, al mismo tiempo.

Los arcanos, me parece a mí y así los uso ahora, están para des-significar. Para cultivar la duda. La duda no cartesiana, no metódica; la duda poética, protéica, caótica, esdrújula a más no poder. La duda escéptica, que es como conducir una bici por primera vez sin ruedines, apoyado en el misterioso y cómodo equilibrio que se desprende, imposible, en cada pedalada.

Y la designificación requiere de firmes entrenamiento y compromiso. Requiere horas e inteligencia y más de dudar que de saber. Hay que estudiar para saber, pero hay que estudiar más para dudar evitando que las certezas sean el final de la inteligencia. Y hay que tener mucha motivación para el escepticismo, porque es un estado que no se da en la naturaleza. La duda sana no tiene nada de natural, sólo existe y se sostiene con energía y determinación en la mente humana. La naturaleza no duda ni se equivoca; esos son los regalos de la inteligencia perseverante.

Con todo el respeto a las personas que padecen alguna enfermedad mental, hay que estar loco para leer el tarot. Pero no el extravío que requiere ayuda profesional y competente, ni el adolescente de decirse loco porque el mundo no es como uno quiere. Jugar a leer el Tarot es un tranquilo paseo en bicicleta sin saber y sin bicicleta, pero con un balón que vuela con la torpeza deshojada de un listín telefónico, desprendiendo nombres que no significan nada. Y cuando no significa nada, le das una patada. Y la patada te duele a ti.

Y descubres que no sólo eres el dueño de un culo dolorido, sino también de una bota de futbolista con la puntera humeante.

Y miras las cartas sobre al mesa.

Y entiendes, sin entender.

 

Aprender tarot: Poesía psicotrópica

Aprender tarot: Poesía psicotrópica

 

Aprender tarot te transforma.

El lenguaje está hecho de pasado. Usamos las palabras y las estructuras que ya estaban ahí. Y lo hacemos para contar algo que nunca ha sucedido antes en la historia: nosotros.

 

 

W. Burrougs decía que el lenguaje es un virus; nos usa para replicarse a sí mismo a lo largo del tiempo.

Cada palabra y cómo se unen es una herencia (maravillosa, invaluable, me encanta este virus) que recibimos y empleamos, el 99 por ciento del tiempo,  involuntariamente:

No puedes no leer una palabra que acabas de ver ante ti.

Hasta puedes leer cosas que no son palabras.

Tampoco puedes  pensar sin palabras…

…Ni siquiera puedes reconocerte sin ellas.

No cuestionamos casi nunca el significado de las palabras ni las estructuras en la que se colocan para funcionar. Pero esas cosas no te pertenecen.  Al contrario: tú te ajustas a su forma y sus reglas.

 

 

Sin embargo hay mundos nuevos que no podemos alcanzar con palabras viejas.

 

Aprender Tarot, ¿activar un antivirus? ¿Leer el presente?

El Tarot de Marsella ha evolucionado adaptándose al uso que le hemos ido dando generación tras generación.

Desde sus orígenes patibularios como juego de mesa de taberna,  palacio y coro de iglesia (Las referencias más antiguas siempre son leyes y sentencias sancionándolo en absolutamente todos los estamentos), se ha convertido en una anomalía cultural de la lógica y la estructura del lenguaje (un antivirus).

Con los siglos de uso el TM ha adquirido una personalidad única de estafador, jugador, loco, seductor, profeta, santo, filósofo, pitonisa, poeta, mago, bruja… Es un libro de naturaleza desordenada, impredecible y atractiva conocido, despreciado y temido por todos.

Es un brillante poeta maldito

de verbo afilado,

pegada de púgil

y corazón de ángel.

Leer el tarot nace de la tensión  por conocer algo que no alcanza a explicarse a sí mismo, algo contenido en un presente tan intenso que las palabras no pueden sujetarlo con manos de fantasma. Hay que darles un chispazo, como a Frankenstein.

Rompemos el pasado e invocamos el presente  (damos el chispazo) al barajar, al quebrar la estructura del libro y del lenguaje. Puede llamarse azar (puede… aunque ya hemos dicho que los viejos nombres no alcanzan al tarot). Personalmente me gusta más, simplemente, llamarlo juego. Sigue siendo un juego.

 

Aprender Tarot es hablar presente.

La lectura del tarot se estructura gramaticalmente al invocar el caos, al desmontarlo, al romper el orden. Y lo rompemos tanto en su dimensión de baraja en las manos como en la del recuerdo en nuestra memoria.

Al tarot  no le importa lo que tú y yo pensamos de él. No vive definido en tu memoria ni en la mía como entradas de diccionario  amortajadas en un significado perfecto.  «El significado de los arcanos» es lo que ponen todos los libritos que vienen en los mazos nuevos de tarot, aquellos que todo principiante manosea en cada tirada con el ingrato sabor a pecado que descubre al desear deshojar el libro y barajar sus páginas para facilitarse la vida.

El auténtico significado de los arcanos es terra incognita adquiriendo una densidad de éxtasis efímero a través de un juego sagrado de encarnación; de tu memoria quebrada a algo que antes no existía, y de ahí a tu corazón, a tus manos, a tus pies, a tus pasos.

El tarot vive al girarse sobre el tapete, desprendiéndose de tu sorpresa y de la mía, exigiéndonos el silencio por el que colarse en nuestro disco duro.

Por eso leer el tarot es un acto psicotrópico. Por eso implica un ritual. Un psicotrópico  es un revelador fotográfico del alma. Un ritual es una conducta dirigida a crear un espacio que pueda albergar una nueva realidad. Aunque puede resultar útil no hace falta bajar las luces ni quemar incienso. Barajar es suficiente si se hace con atención; si se rompe el orden, la estructura, el significado, con silencio y determinación, para hacer sitio al presente.

Si el lector quiere comprender el momento, debe liberarse de la inercia del pasado que no explica su nuevo mundo, y del ansia de un futuro que sólo puede cercar en palabras antiguas. El lector debe exponerse, sin palabras ni reservas al presente; compartiendo el espacio en el que el tarot vive, alcanzándose a sí mismo, creando su propia narrativa.

 

Y luego debe aplicar su energía, su disciplina, en manejar y caminar su propio relato lo mejor que pueda. Con sus pies y (¡Por qué no?) con sus dudas. El significado de sus actos, sus certezas, es lo que ha quedado a su espalda. Son sus huellas. Y ya no le pertenecen.

 

Lectura de cartas

Lectura de cartas

¿Qué es una lectura de cartas?

 

Nadie acude a una lectura de tarot porque vive un sereno momento de claridad. Barajar el tarot, extender los naipes y contemplarlos es, en primer lugar, admitir la propia confusión… e inmediatamente aumentarla porque no es lucidez lo que te llena cuando ves bocarriba esas extrañas imágenes.

Los naipes representan fantásticamente lo confuso, lo difuso, la connotación, la metáfora. Arcano (= carta de tarot) no significa «explicación», sino «misterio». Entender que no comprendes nada cuando los ves es lo correcto. Sin ese vaciado de significado que las imágenes te provocan, sin ese borrado de expectativas, sin ese reset, no hay lectura de tarot.

 

Una lectura de cartas es una iniciación

 

Una lectura de cartas es una iniciación a un proceso mágico y creativo de transformación personal: lo que sabíamos ya no nos sirve, es preciso iniciar una nueva forma de pensar, sentir y actuar. Es el momento de elevarnos a una relación más profunda, hermosa y responsable con el mundo y con nosotros mismos.

El mensaje misterioso y transformador del tarot sólo puede escribirse en el soporte inocente de un silencio sorprendido; en lo que desconoces, no en lo que sabes. Una lectura de cartas reorganiza tu memoria para que reinterpretes el mundo, optimiza tu percepción del presente como el momento del poder, y te inspira a realizar las acciones correctas hacia un futuro que intuyes posible.

El mazo del tarot de Marsella es un poderoso destilado cultural de alta graduación. Una forma exquisita de arte, filosofía y silencio que los siglos han modelado con flexibilidad mágica: Las cartas no son claras ni perfectas; son las piezas incompletas de un rompecabezas que sólo encajan, cobrando sentido, al encontrarse contigo en el momento adecuado.

Un buen lector profesional de tarot no pretende interpretar para el consultante; intenta que éste lea por sí mismo, así que su papel en una lectura de cartas es, ante todo, no escamotearle la sorpresa ni la confusión, sino ayudarle a gestionarlos para que les extraiga toda la magia, el poder y le permitan iniciar y sostener el cambio interno para iniciar una vida más plena.

 

Arcanos mayores y menores

Arcanos mayores y menores

Arcano viene del adjetivo latino arcanus, que se refiere a algo encerrado, escondido, misterioso, oculto. La palabra arca procede de la misma raíz.

El tarot está compuesto por 78 naipes, cartas o arcanos, de los cuales 22 son los llamados mayores, y 56, menores.

¿Por qué 22? ¿Por qué 56? ¿Por qué 78? Si vamos a admitir que el tarot tiene una personalidad propia, una identidad, la pregunta correcta es ¿Y por qué no? De momento es ésta una respuesta útil que nos permite seguir adelante, como cuando ves que el portero de la discoteca, con una clara personalidad muscular, te ha confundido con otra persona y te deja entrar con playeros. Pasas hasta el fondo y ya. No te paras a contarle los puños.

Los 22 arcanos mayores son los que salen en la pantalla interna cuando pensamos en tarot; los personajes medievales que hacen cosas medievales. Los 56 arcanos menores, son el menaje de cocina y las figuras que identificamos en las cartas de toda la vida como oros, copas, bastos, espadas, o, a la francesa, diamantes, corazones, tréboles y picas, numerados, en el caso del tarot, del 1 al 10 (40 cartas), más el paje, la reina, el rey y el caballero (4×4=16 naipes más).

 

La diferencia entre arcanos mayores y menores

 

Los arcanos mayores atraen a la gente aficionada al guion, al “modo historia” de los videojuegos, a las artes interpretativas y narrativas en cualquiera de sus formas. Los arcanos menores, obviamente, atraen a los jugadores de cartas, desde el tahúr a la abuelita; a la gente, en definitiva, que para divertirse, calcula y gana, y para eso quiere reglas claras que encajar (o romper).

Las cartas de toda la vida (los arcanos menores) han alejado a muchos espíritus románticos del tarot. Me refiero a las personas incapaces de adivinar el secreto de las cartas que sostienen sus compañeros de mesa, al bailarles los números y no poder llevar la cuenta de todo lo que ha pasado sobre el tapete más lo que llevan en su propia mano. Creen que el secreto de los naipes es matemático: cuantificable, grosero, y desean algo más elevado, de más personalidad.

Los arcanos mayores han alejado el tarot, tradicionalmente, a las personas afines a la ciencia y la ingeniería; Cuando un espíritu cómoda y parabólicamente suspendido en el perchero de la abscisa y la ordenada, se encuentra con el medieval arcano de La Torre, con su rayo, sus tipos despeñados, la almena derruida, y ve sobre la mesa de la cocina la carta del banco con la letra del coche y el seguro… la deja bocabajo y procura olvidar cuanto antes las misteriosas casualidades no replicables a través de la experimentación empírica.

Así pues, es posible que los arcanos mayores y menores se distingan más por el tipo de motivaciones que nos despiertan, de acercamiento y rechazo, que por ellos mismos. Porque realmente, ellos mismos cierran filas en lo básico: no soltar prenda si no se los respeta. Te lo explico:
El Tarot confunde igualmente ya no sólo a la persona romántica y a la científica, sino también al principiante y al experto. La diferencia entre principiante y experto no es el conocimiento exacto de la certeza del significado oculto, misterioso, del naipe, sino, que el experto sabe ser un principiante; el experto sabe disfrutar de su confusión y dejar que el naipe le susurre al oído sus secretos, en vez de intentar encajarlo, a la fuerza, en sus propios conceptos.

…porque el lector avezado respeta el secreto: sabe que la esencia de un arcano (copa) no es lo que él o ella cree que significa (espada: lo que corta, lo que define), sino que es algo que contiene otra cosa desconocida (oro: el misterioso bosque contenido en la semilla, o la riqueza oculta en la tierra). Sabe que los arcanos esperan tu confusión para cargar su significado de ese momento (basto: la nueva vida que crece).
Si decides el significado de un arcano con lo que ya sabes, y no dejas que crezca desde lo que ignoras (que es lo que te ha llevado a ellos) no los tratas con el respeto de lo que son: arcanos. Tus arcanos. Tus secretos.

 

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